SOMOS VALIENTES

El sol nunca ve la sombra

Siempre he aguantado mejor el calor que el frío, pero la verdad es que estos días lo he pasado fatal. Nunca pensé decir que quería que hiciese frío…, aunque tampoco pensé jamás vivir esto y…

Estos últimos días me he sentido un poco poseída por algo parecido a una camisa de fuerza: este sujetador que no me puedo quitar tras la operación, del que no me puedo deshacer en todo el día.

En estos meses tan complicados solía pensar que, al menos, llevaba a favor el tiempo porque no había hecho mucho calor. Pues, por hablar… Y justo desde que me operaron llevo con esto adherido, como un tatuaje, a mi cuerpo y, a decir verdad, se me está haciendo insoportable.

Para las que me preguntáis si estoy mejor, en primer lugar gracias, y seguís mi blog os diré que estoy un poco mejor, aunque eso suponga estar continuamente de médicos y visitando el hospital; sí que me ha remitido el dolor del ojo, pero sigo con medicación por vía oral y una pomada… No parece querer curarse el muy… (póngase aquí el insulto que primero se le ocurra a quien esté leyendo esto).

Esta semana, por otra parte, la tengo movidita. Dejamos atrás la quimio y empezamos la radioterapia. Sé que esto no se acaba aquí y sigo luchando, intentando coger fuerzas aunque mi cuerpo ahora mismo está agotado. Es increíble, pero me sentía más fuerte cuando me daban la quimio… Ya os iré contando cómo va avanzando el proceso.

Hoy, que parecía que Lorenzo nos iba a dar un respiro, me he ido a dar un paseo con mi amiga María, pero cuando nos disponíamos a caminar, el sol, que no puede ni rozarme, se empeñaba en salir. Por más que tratábamos de refugiarnos, más se empeñaba en buscarnos; así que me dije «vuelve tu rostro al sol y las sombras quedarán atrás». Y hemos seguido con la caminata, llenándonos de energía. Refrescar los pies en el río, además, después de caminar un rato, me conecta con el magnetismo de la tierra, limpia los pulmones y libera la mente de esos recuerdos y enfrascamientos que no quieres conservar.

Como dice Paulo Coelho, «cada día el sol ilumina un mundo nuevo». Así que aquí estoy, aprendiendo, con esta enfermedad, a ver cada día como una nueva oportunidad. No dejéis que las sombras del ayer os estropeen el sol del mañana.

Hay que intentar ver el mundo, como al sol, brillante, cálido… Yo, ahora mismo, lo veo un poco nublado y tormentoso, porque no dejo de recordar esas mañanas en las que salía a correr muy temprano y me acompañaba el desperezarse del sol, ese acariciarme con sus primeros rayos en mi carrera, dándome de frente, regalándome su fuerza… Ahora no puede rozarme siquiera, pero sé que volverá a haber un día en el que vuelva a verlo cara a cara, aunque en ese momento, probablemente, ya veré el mundo de otra forma diferente, porque siento que la vida me va a cambiar por completo.

Si pasas toda tu vida esperando a la tormenta, nunca disfrutarás de la luz del sol.

 

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