SOMOS VALIENTES

13:00 horas

He estado escribiendo mucho estos últimos días sobre túneles y luces, sobre brillos y oscuridades, sobre tormentas y amaneceres… Tal vez, cuando estés leyendo esto estaré anestesiada, en la mesa de operaciones; o quizás aún no haya empezado y esté recordando todos los días, desde aquel lejano día de Reyes en que descubrí al okupa, hasta hoy; todos y cada uno de los días y las sensaciones que he ido teniendo, viviendo y de las que también he ido aprendiendo… Porque de todas las tormentas se puede aprender. También es posible que lo leas tarde y ya haya terminado la operación y yo esté despertando de la anestesia, esperando que me digan qué tal ha ido todo…

No sé cómo acabará este capítulo, pero sé cómo he llegado hasta aquí. He tenido días buenos, días malos, días horribles, días regulares…, pero siempre he tenido a gente alrededor. Gente en la que poder apoyarme y que me ofrecían el hombro sin que se lo pidiese. Tal vez eso sea lo mejor que he sacado de todos estos meses: la idea de que, aunque nuestras enfermedades son nuestras y sólo nosotros sabemos cómo nos encontramos en cada momento, te da tranquilidad el saber que hay gente con la que puedes desahogarte; que las penas, si son compartidas, son menos.

Si estás atravesando ahora mismo por esta maldita enfermedad y me estás leyendo, quiero que sepas que tienes derecho a sentirte mal, enfadada con el universo o con los de alrededor. No dejes que nadie te diga cómo debes sentirte pero, a la vez, apóyate en la gente que te quiere, porque sabrás quiénes son si estás un poco atenta.

Sobre las 13:00 está prevista mi intervención, si no se retrasan las dos anteriores a mí. No sé cómo saldrá todo, pero estoy tranquila, animada, esperanzada… Me llevo, os lo dije ayer, todas vuestras buenas vibraciones, vuestra velas, vuestros buenos sentimientos, conmigo en la camilla, para que estén junto a mí, cuidándome, mientras me operan. Sé que la Madre Teresa me estará sujetando una mano, se lo he pedido, y San Juan Pablo II la otra. Confío totalmente en los doctores que lucharán esta batalla por mí. ¿Lo veis? Por más oscuro que sea el túnel que hay que atravesar, por más cerrada que sea la tormenta que se ciña sobre nosotros, siempre habrá puntos de luz que nos ayuden a seguir avanzando, aunque a veces pueda parecer lo contrario.

Buscad esa luz, seguidla, amadla.

Si Dios quiere, espero poder volver a escribiros con buenas noticias. Pase lo que pase, sin embargo, sabed que seguiremos al pie del cañón, todo lo que haga falta. Sé que tengo un buen ejército.

0
TU CARRITO
  • El carrito está vacío