SOMOS VALIENTES

Amor y corazones

Hoy se celebra la festividad de San Ignacio de Loyola, patrón de Guipúzcoa. Con él tengo una especie de afinidad por varias coincidencias: vivió en mi pueblo, en lo que ahora es el ayuntamiento; mi hermano mayor se llama Ignacio; estudié en los jesuitas y tengo muchos amigos y clientes en Donosti…

Dos de estas amigas, Edurne y Esther, han venido hoy, desde San Sebastián, a verme al resort, pero ya no estoy allí; así que se han venido a Fuenmayor, a mi segundo resort, junto a mi hermano y mi cuñada, que me han acogido y cuidado durante todo este tiempo con tanto cariño y dedicación. Ellas me han traído dos preciosos corazones: uno fabricado en malaquita, de color verde esperanza, y el otro de cristal rosa, que significa amor. Dos corazones que llevaré siempre junto al mío, en lo más profundo; todo lo profundo que decían las doctoras que estaba el tumor que me han extraído.

Hoy era fiesta en Donosti, pero ellas han decidido venir a verme y yo no tengo palabras para agradecérselo. Soy muy afortunada de teneros en mi vida, Edurne y Esther.

Ya os dije ayer que sin amor no somos nada, que es el motor de nuestro día a día, o debería serlo; es la única fuerza capaz de dar sentido a la vida.

«El amor se ha de poner en las obras y no en las palabras», que decía San Ignacio. Y es una buena aspiración. Si supierais, si supiéramos, la verdadera fuerza que tiene, estoy segura de que el mundo sería un lugar muchísimo mejor en el que habitar. Está en nuestras manos…

 

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