SOMOS VALIENTES

Desaprender para aprender

Tal vez sea algo que deberíamos hacer más a menudo. No esperar a que algo en la vida nos golpee tan fuerte como para que nos despertemos. Y no se trata de olvidarnos de todo y volvernos locas, empezar de cero como si no hubiésemos vivido nunca. No. Se trata de plantearnos si el camino que llevamos nos va a conducir a la meta que nos hemos propuesto; si la compañía que tenemos nos ayuda a avanzar o, por el contrario, nos mantiene detenidos en algún recoveco de la ruta, haciendo que perdamos la perspectiva y nuestro paisaje; si las decisiones que hemos tomado hasta el momento nos han hecho ser mejores o, sin embargo, nos escudan en una excusa cómoda en la que nos cubrimos las espaldas y nos apoyamos de forma cobarde para no enfrentarnos a nosotras mismas y nuestras conciencias…

Es eso que hacemos cada fin de año: hacer una lista de propósitos que, la mayoría de las veces, se quedan en eso, una lista como tantas otras. Pero se trata de hacerlo más a menudo y tratar de ponerlo en práctica: no dar por supuesto nada en nuestra vida. No creamos que lo sabemos todo, porque más veces de las que pensamos el tiempo nos demuestra que estamos equivocadas. Sólo hay que aprender a usar esos errores para reconducirnos, para corregir el rumbo y seguir navegando.

Desaprender para aprender. Ser capaces de ver nuestras propias limitaciones y aceptarlas; descubrir nuestras virtudes y potenciarlas; acorralar a nuestros defectos y luchar contra ellos… ¿Saldremos vencidas algunas veces? Por supuesto, pero nunca se le conceden medallas a un soldado que no han herido, ni brilla la luna para un corazón vacío. Ya lo hemos dicho alguna vez: las cicatrices nos recuerdan que hemos luchado, y serán nuestra más brillante condecoración al final de la guerra. Sólo tenemos que resistir en la lucha, apartar lo que no nos sirva, ser lo suficientemente fuertes como para olvidarnos de lo que pensábamos que era cierto y que la vida nos ha demostrado que no lo era.

Cada persona lleva sus propias luchas internas; no queramos obligar a nadie a pelear de nuestra manera. Cada escaramuza tiene su estrategia y cada guerrera blande su espada de una forma distinta y determinada. Podemos dar nuestro punto de vista desde nuestra propia experiencia, pero los consejos se dan gratis y no hay nada de malo en que alguien no los acepte; no es ningún desprecio ni significa que esa persona no nos aprecie. Simplemente que cada uno vibra en una onda determinada y elige qué batallas pelear y cómo enfrentarse a ellas. Nosotras, simplemente, estaremos ahí para apoyar si hace falta, porque querremos que también nos apoyen en algún momento, sin juicios, sin exigencias, sin presiones… simplemente estando.

Desaprender para aprender. No tenemos todas las respuestas, ni las soluciones, pero podemos ir rellenando líneas a las preguntas poco a poco, con paciencia. ¿Quién tiene prisa? Al final se trata de aprobar el examen, no importa la cantidad de veces que hayamos leído los problemas ni cuántas veces hayamos borrado y corregido la solución. Aprobar, con la mayor nota posible. Y no hay más…, y es tanto…

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