Buenos días.
Ayer me levanté fenomenal. Me llamó mi amiga Rocío y estuvimos charlando un rato y me dijo que me notaba mejor la voz que otras veces… ¡¡En qué hora me lo dijo!!, porque sobre las 13:00h comencé a sentirme fatal: tenía escalofríos, una sensación de dolor en el estómago y ninguna gana de comer. Encima, la infección del ojo; la semana pasada tuve otra en el otro, además de una inflamación del ganglio en el cuello… Vamos, una mala tarde.
Reconozco que me asusté un poco al principio, porque los ganglios linfáticos del cuello están conectados a una complicada red de tubos llamados vasos linfáticos, y las glándulas están llenas de un fluido llamado linfa, que a su vez contiene millones de linfocitos. Y vosotras os estaréis preguntando, «¿qué quiere decir todo esto?» Pues que estas células forman la primera línea de combate de nuestro sistema inmune, y quiere decir que lo tengo ya muy tocado y las defensas bajas.
Ayer, por otra parte, me hizo mucha ilusión ver a gente en mi tienda; ver tantas muestras de cariño y ánimo, me reconfortaron y quiero dar las gracias desde aquí.
Esta mañana, me he despertado muy pronto. No tenía ganas, pero como no voy a permitir que mi mente se apodere de mí, me he levantado a las 6:30 y me he ido caminar 7 km. para evitar a mi querido Lorenzo, ya que no voy a poder volver a salir hasta el atardecer.
Cuando he llegado a casa he pensado «¿qué desayuno?» Anoche no cené nada, así que me he dicho: «Sede del conocimiento inferior y puerta del cuerpo mental, el plexo solar se beneficia de fragancias cítricas, grandes purificadoras mentales como la naranja y el limón» (sí, a veces pienso de esa forma, ¿qué le vamos a hacer?); así que me he hecho es un zumo de naranja y limón. Y como no estoy dispuesta a que la mente me sabotee ni un minuto, lo he acompañado con unas ciruelas y unos orejones de albaricoque.
Os deseo un feliz sábado.
