SOMOS VALIENTES

Colores y vida

La luz del hospital es blanca, fría, artificial. Es una luz que no invita a permanecer mucho tiempo en ella; tal vez sea para empujarnos a tratar de curarnos lo antes posible (lo sé, no es ese el motivo, pero…)

Muchas veces nos maravillamos ante una pintura y hablamos de la paleta de colores del pintor, de la maestría con que los combina y les da luz u oscuridad según requiera el momento retratado. Pero, por mucho que lo intente, por muy genial que sea, un artista jamás podrá siquiera acercarse a la inmensidad cromática de la naturaleza. En un mismo árbol jamás encontraremos dos hojas exactamente iguales. Si lo pensáis, es algo que pasa también con el ser humano, con nosotros: llevamos miles y miles de años en la Tierra, millones de nosotros…, y todos somos distintos. No hay dos personas exactamente iguales, por más que queramos buscar en todos los rincones del tiempo o el espacio. Y no las habrá, como pasa con las hojas de los árboles. Es lo que nos hace ricos, inmensos, únicos, insustituibles.

También nos enseña la naturaleza que de todo se puede sacar algo bueno. Un tronco que parece muerto puede contener la semilla de un nuevo árbol. Por más abajo que nos sintamos, por más derrotados que parezcamos estar, siempre hay una simiente dentro de nosotros esperando a germinar, crecer y alzar sus brazos al sol, a lo alto. Sólo tenemos que buscarnos dentro y mirar arriba, sin perder la esperanza, nunca.

Ya lo escribió, de forma maravillosa, don Antonio Machado:

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

Seamos como ese viejo olmo.

Pasad buena tarde.

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