Llamadme sentimental, pero ayer me dio pena que fuese mi última sesión de radio. Me han tratado tan bien… En el fondo terminas creando vínculos con la gente que te cuida.
Cuando se lo dije a los chicos, uno de ellos me contestó: «bueno, pues cuando quieras me haces una visita y te doy unas vueltas por la máquina». Sé que, en el fondo, ellos prefieren que no vuelvas, y yo confieso que también prefiero no tener que hacerlo, pero ya me habéis entendido…
Es octubre y seguimos cumpliendo etapas. Una tras otra. Está claro que el camino es largo, que hay días en que está nublado, otros en los que hace sol, algunos en los que atraviesas por zonas muy oscuras y frías, y más de uno en donde lo único que quieres es sentarte al borde, tirar la toalla y que pase lo que tenga que pasar… pero, ¿sabéis qué? Hay que caminar, seguir adelante aunque sea a rastras y poco a poco. Somos más fuertes de lo que pensamos y, si cuidamos bien de nuestro cuerpo, con toda la cantidad de cosas que nos tienen que meter para luchar contra estos malditos okupas, él siempre va a recordar cuando estaba bien, y va a tratar de volver ahí. Pero tenemos que ayudarlo, cuidarnos, mimarnos, no darle más trabajo del que ya tiene…
Yo, ahora mismo, estoy bien; me siento fuerte, lista para la siguiente etapa. No voy a consentir que esta enfermedad me venza, por más difíciles y complicadas que me ponga las batallas. Espero que hagáis igual. El camino es largo y complicado pero, al final, seguro que vale la pena. Manteneos fuertes. Manteneos valientes.
