Querido compañero, amigo del alma, hemos pasado tantos momentos buenos por Sevilla… Aún recuerdo cuando salíamos del trabajo y charlábamos hasta altas horas del anochecer tomando cervezas, junto a la Torre del Oro. Espero, cuando pase todo, que podamos repetir, no sé si con cerveza o con agua, esas largas horas charlando los dos, cerca del puente de Triana, poniéndonos al día de todo lo que nos ha pasado durante todos estos años sin vernos. Pero si algo me has demostrado es que la distancia no es un impedimento; siempre has estado a mi lado, a pesar de no vernos, y más desde que comenzó mi proceso con esta enfermedad. Decirte que te quiero con toda mi alma y que, como dices en esa tarjeta envuelta en madera y tan cuidada la imagen, como buen detallista que eres, SIEMPRE REÍR. No puedo leer todavía, pero en cuanto se me cure el ojo, es lo primero que voy hacer: leer este libro que, viniendo de ti, no me cabe ninguna duda será maravilloso. Te quiero amigo.
Lo pongo en belleza, porque no hay nada más bello que la amistad, y tú querido Juanma, me lo has demostrado todos estos años. Nos separan unos cuantos kilómetros entre Sevilla y La Rioja, pero eso no ha impedido que estés a mi lado. Me emociona siempre leerte y saber que estás ahí.
