SOMOS VALIENTES

Días de radio

Soy consciente de que he estado muchos días sin aparecer por aquí, salvo para dejaros algunas recetas y consejos de alimentación. Si os soy sincera, necesitaba desconectar un poco, descansar, dedicarme un poco de tiempo, mirarme hacia adentro y mirar hacia afuera…

Hoy empiezo mi tercera semana de radio y creo que no os he contado nada del proceso. Lo primero y más importante es que sepáis que miedo, cero. Quienes trabajan allí son personas encantadoras no, lo siguiente; saben perfectamente lo que hacen y hacen que para ti sea sencillísimo. Sólo tienes que dejarte guiar y estar segura de que estás en buenísimas manos. Te acompañan a una sala con una máquina igual a la que veis en la foto, te colocan, entre ellos se aseguran de que todo esté en su posición («Yo lo tengo, ¿lo tienes?», «Sí, yo también lo tengo». Eso es lo que se dicen para asegurarse de que tanto nosotras como el aparato estamos perfectamente posicionados; y a mí me gusta decirles «pues si vosotros lo tenéis, adelante»). Es verdad que la máquina impone; que tienes la sensación de que te van a teletransportar a algún lugar lejano de la galaxia donde te vas a encontrar con hombrecillos verdes, o a cualquier siglo pasado o venidero donde tú tendrás que ingeniártelas para volver, vestida con poca ropa y unos patucos… Pero todo es rápido y silencioso, y en unos minutos has acabado la sesión diaria, casi sin enterarte.

Dicen, y es cierto, que la radioterapia puede restarte fuerzas, por eso es tan importante mantenerse activas en la medida de lo posible. No dejar que la enfermedad nos achante, nos aplane, que dirían los canarios. Este fin de semana pasado reconozco que he tenido un par de días muy baja de ánimos, sin fuerzas… Luego me he ido recuperando, poco a poco, con paciencia, en la naturaleza… Siempre os lo he dicho: tenéis todo el derecho del mundo a estar mal, a no tener ganas de nada, a desanimaros…, pero lo que no debéis hacer, jamás, es deteneros en ese fango, y mucho menos revolcaros en él. Hay que seguir adelante, poner esfuerzo en salir de ese fangal y luchar. De verdad, siempre hay luz, aunque sea pequeñita; y si no, usad esa linterna de la que os he hablado alguna vez: esos momentos buenos que todas atesoramos para que nos iluminen los momentos en los que sólo vemos oscuro. Mi linterna es estar en la naturaleza. Buscad la vuestra.

Esta enfermedad es como un tsunami: por donde pasa, lo arrasa todo…, pero mientras haya un hálito de esperanza, la vida tiene que encontrarnos luchando por ella, aunque sea a mordiscos. Y habrá días en los que estemos cansadas, hartas… Por eso hay que apoyarse en quienes nos quieren y dejarnos querer, pedir ayuda cuando la necesitemos, apoyarnos unas a otras, porque todas las enfermedades las pasamos a solas, por más rodeadas que estemos de gente maravillosa; pero es verdad que las penas, compartidas, siempre son menos.

Ahora, mientras sigo mis sesiones de radio, intento retomar un poco el deporte, mantener el cuerpo activo para ayudarle a deshacerse de toda la tralla que nos van metiendo para vencer esta maldita enfermedad. Por supuesto que no es lo mismo que cuando estaba sana, pero hay que decirle a esas células díscolas y okupas que no las vamos a dejar tranquilas hasta que se vayan con su música a otra parte. Cada una que lo haga como pueda o como se sienta más cómoda, pero que noten que no las queremos en nuestro cuerpo.

…y creo que por hoy ya os estoy robando demasiado tiempo, pero no quiero acabar esta entrada sin deciros lo agradecidísima que estoy a todas aquellas personas que siguen encendiendo velas por mí allá por donde pasan, como estas de aquí al lado, en el Rocío, que ha encendido mi amiga Rocío. Gracias. Y también a todas las que me decís, por un sitio u otro, que me leéis por aquí porque, de alguna forma, eso me acompaña; porque esa fue el lema con el que nació esto y que leéis en la página principal: «vamos a hacernos compañía»… Ojalá sirva, al menos, para eso. En mi caso, sí que siento siempre vuestra compañía. De nuevo, gracias por estar ahí. Sigamos adelante.

0
TU CARRITO
  • El carrito está vacío