SOMOS VALIENTES

Días de… rosas

No todos los días son buenos, ya os lo decía hace algunos atrás. Ahora mismo estoy ingresada por una infección que está impidiendo que pueda seguir con la quimio y que me afecta mucho al ojo: me lo infecta, me lo hincha, hace que sangre incluso… Tengo muchos dolores que me controlan inyectándome antibióticos y, al menos, me ayudan a dormir un poco más.

Es cierto que, si el otro día decía que la administración nos trata a todos como un mero número, aquí, por el contrario, el trato es fantástico. Todo el equipo de auxiliares y médicos están pendientes de ti continuamente y atendiéndote en lo que puedas necesitar…

Sé que os estaréis preguntando por qué publico esta entrada en la sección de belleza si lo que hay en un hospital es cualquier cosa menos bello…, pero no es del todo cierto, y las flores que veis adornando esta entrada lo explican. Porque son unas flores que me han traído, con mis colores favoritos, hasta aquí, y eso habla de lo bello de la amistad, del cariño de la gente que está pendiente de ti y se preocupa, aunque a veces podamos tener la sensación de estar solos. Porque esos colores, además, son los colores que me llevan fuera de estas paredes y que hablan de toda la gama infinita que genera la naturaleza y que está ahí simplemente para que los contemplemos.

La lucha es complicada, dura, a veces demasiado… Tirar la toalla, aunque no esté bien decirlo, es algo que se nos puede pasar por la cabeza, pero luego recibes ramos como estos y piensas «¿por qué me voy a dejar vencer por algo que antes no estaba; por un okupa de mi salud?» Hay que luchar por sacarlo de tu cuerpo, por echarlo de tu casa, porque, aunque te la pueda dejar destrozada, siempre existe la opción de la reconstrucción… ¡¡Y qué bonito queda todo después de una buena reconstrucción, aunque lleve tiempo!!

Ahora, lo que toca, es echar al bicho y volver a rehacer la casa cuanto antes. En eso estamos: buscando la belleza brillar en los momentos más oscuros. Y os aseguro que me ayudáis a buscar esos brillos. Tengo que agredeceros a quienes me traéis las flores, la comida, me cuidáis la tienda, estáis pendientes de mí…, que me enseñéis que, a través de toda esta tormenta, siempre hay un rayo de sol que se cuela por entre las nubes e ilumina un trocito de suelo para poder seguir avanzando. Me empujáis a querer ir hacia adelante, aunque cueste.

Gracias, a todos, de verdad. Seguimos luchando. «Somos Valientes».

 

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