Estaba trabajando en un proyecto que iba a lanzar internacionalmente cuando me sorprendió esta enfermedad. No sabría explicarlo, pero creo que mi cuerpo me estaba avisando, mandándome señales.
Cuando regresé de vacaciones el verano pasado, me rompía. Algunas personas saben de lo que hablo porque se lo intentaba explicar, pero no entendía lo que me pasaba…, hasta que me detecté el «regalito» el día de Reyes.
Durante todos estos meses he pensado y soñado en hacer cosas diferentes de lo que llevo haciendo tantos años. He estado teniendo la sensación de que ya no estaba en mi lugar y de que no podía dar más de mí. Me apetecía hacer otras cosas.
Hoy he sacado la guitarra que llevaba guardada casi treinta y cinco años y me he dicho, ¿por qué no? (No, no os preocupéis; no tengo previsto convertirme en la nueva Rozalén, aunque…).
Todos tenemos más aptitudes de las que imaginamos, pero hay que desarrollarlas. Esos talentos guardados bajo llave o que elegimos apartar pensando que tal vez no seamos lo suficientemente competentes. Nuestra parte cómica, la creativa, la danzarina, la cocinera, la inspiradora, la cantarina…, todas están ahí esperando a que las saquemos del armario, aunque sólo sea para disfrutarlas nosotras y los que tenemos al lado…
¿Quién sabe? Cuanto más reivindiquemos esa parte de nosotras, más fácilmente dejaremos aflorar nuestra parte mágica.
Seas como seas, tienes más dones de los que crees.
Yo voy a poner alguno en práctica y os animo a que también lo hagáis vosotras.
