SOMOS VALIENTES

El pregón, II. Agradecimientos

Esta mañana he sido la pregonera de las fiestas de Navarrete, mi pueblo. Casi nada…

No he podido asistir para darlo, pero he enviado en mi nombre a mi primo Vicente, un ser de luz del que alguna vez os he hablado. Cualquiera no habría aceptado ese marrón, pero él está acostumbrado a los micrófonos… Menuda responsabilidad y lucha contra el miedo escénico. Vicente, te la debo.

La felicidad esta mañana era tal que me encontraba bien, después de muchos días y, ciertamente, tal vez hasta podría haberlo dado yo misma, porque incluso el ojo me ha dado una tregua. Pero ya he forzado a mi cuerpo en otras ocasiones y ahora tocaba estar en segundo plano, seguir recuperándome, subir mis defensas poco a poco y no darle cancha al ego para no tirar por tierra estos momentos de sentirme mejor.

Vivo en el centro del pueblo, así que lo he oído y disfrutado todo desde mi terraza, ni os imagináis cuánto.

Querría, por supuesto, darle las gracias al Alcalde por sus palabras, a todos los concejales por su cariño, y al Excelentísimo Ayuntamiento en general por este maravilloso regalo que me han hecho y que cuelgo para que todos puedan verlo: la cerámica de Navarrete, nunca suficientemente ensalzada.

¿Y qué puedo decir de las muestras de cariño del pueblo, de mi pueblo, de nuestro pueblo? Creedme si digo que no es que no encuentre las palabras para expresarlo, es que, simplemente, no existen.

Estoy tan agradecida que, mientras escribo estas palabras, los dedos se me encogen a la vez que el corazón. ¡¡Sois muy grandes!!

¡¡FELICES FIESTAS!!

 

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