SOMOS VALIENTES

Gente grande

Cuenta la leyenda que una noche, una estrella le confesó a la Luna que sentía envidia de todo lo que habitaba en la Tierra y que deseaba abandonar el cielo para convertirse en flor. La Luna, dolida, decidió concederle su deseo, pero la envió a una de las montañas más altas. Allí la estrella, bañada por el manto blanco de la nieve, se convirtió en una de las flores más hermosas, de pétalos límpidos, color de luna. Lo que no sabía la estrella es que sería una flor por siempre solitaria, difícil de encontrar y alejada de los ojos de los hombres, en lo más alto de las montañas: la flor Edelweiss, el símbolo nacional de Austria y el del amor verdadero y eterno, gracias a otra leyenda que no os contaré para que la busquéis.

No diré cómo, pero ha llegado una de esas flores a mis manos, y la guardaré toda mi vida, por todo lo que significa. Gracias…

Ayer tuve, por la noche, una visita muy especial: mis primos, Vicente y Marisa, recién aterrizados de Albania (os he enseñado algunas fotos de ellos). Decidimos dar un paseo, junto con mi hermano, mi cuñada y mi sobrina. Hacía una noche maravillosa, a pesar del calor. Me doy cuenta de que aún estoy débil; mi cuerpo lleva mucho tiempo parado y no está acostumbrado a descansar tanto, así que supongo que tendré que ir poniendo el motor en marcha poco a poco.

Recibo muchos mensajes vuestros diciendo que os gusta leerme, y sé que muchas estáis pasando por este proceso tan duro. Quiero que sepáis que sois las dueñas de vuestra enfermedad, que no dejéis que nadie os diga cómo tenéis que vivirla ni qué tenéis que sentir. Rodeaos de gente que os quiera y pensad siempre en positivo, por más negro que en ocasiones lo veáis todo. Ayer hablé con mi amiga Mari Carmen, de la que os conté que estaba también pasando por esto y que se había operado; parece que todo ha salido fenomenal en su caso y que está, ahora, muy ilusionada. Y me alegro muchísimo por ella. En mi caso, parece que todo va a ser algo más complicado, pero quién sabe: tal vez tenga que aprender aún algunas cosas que puedan servir para ayudar a más gente. Lucharemos contra todas las tormentas que quieran venir. El agua sólo moja y los rayos y truenos simplemente hacen mucho ruido, pero nunca, jamás, podrán con la luz del sol, por más nubes que amontonen delante.

Os confieso que he pasado noches en las que deseaba irme, que se acabara todo, dejar de sentir dolores…, pero creo que en el Cielo aún no me quieren ver todavía. Cada vez estoy más convencida de que hay allí mucha gente trabajando para que me recupere gracias a vuestras oraciones. Por ejemplo, las fotos que os comparto hoy son de mi queridísima Lorena; me las envió anoche, desde San Juan de Luz, en Francia, encendiendo una vela por mí en la iglesia de San Juan Bautista. Esa vela, Lorena, te aseguro que arderá en mi corazón siempre. Igual que llevaré muy cerca de él esa cruz de Etiopía que mi queridísima prima Marisa me ha regalado; esa cruz que tenías guardada para mujeres que querías especialmente. Gracias por añadirme a esa lista. Es maravillosa esa cruz.

Todas estas cosas me recuerdan que estamos rodeados de gente muy grande. Que los malos hacen mucho ruido porque necesitan hacerse notar, pero los buenos están siempre donde tienen que estar, sin hacer ruido porque no lo necesitan. Ellos son los que te sujetarán para que no te caigas o los que te ayudarán a levantarte si estás en el suelo, sin tener que hacer alardes ni darse publicidad. No tenemos que perder ni un minuto de nuestro tiempo en vanidades; la vida es demasiado hermosa como para desperdiciar nuestro tiempo en menudencias.

Ama la vida que tienes para poder vivir la vida que amas.

Os quiero.

 

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