SOMOS VALIENTES

Huellas

Si pensamos en la Lotería, en la Primitiva, la Quiniela,  la Bonoloto… los juegos de azar en general, sabemos que tocan. No a nosotros, pero sí a alguien en algún lugar. Significa que hay combinaciones, por más miles de millones que existan, que se repiten y que alguien ha conseguido adivinar. Hay una combinación que permite que quien hace los sorteos y quien juega a ellos, coincidan en algún momento, en la gran mayoría de los casos.

Ahora pensad en la humanidad, en toda la historia, desde el principio de los tiempos. Pensad en el ser humano y en todo lo que existe bajo el sol. Todo. Si queréis, podemos centrarnos en la humanidad. ¿Cuántos cientos de miles de millones de seres humanos habrán pisado nuestro planeta desde que existe? Y podemos afirmar que no hubo, ni hay, ni habrá una persona exactamente igual a otra. Ni siquiera los gemelos o los mellizos son iguales entre sí. Incluso con la teoría de los doppelgänger (esa que dice que, en algún lugar, hay un doble exacto nuestro), si fuese real, encontraríamos diferencias entre nosotros y nuestro otro yo.

¿Adonde quiero llegar? Es fácil, pero ya sabéis que me gusta dar rodeos: si hemos sido creados tan únicos significa que todo lo que hagamos será igualmente único. Por eso nuestra enfermedad (y todas las enfermedades) son únicas; nuestra forma de afrontarla, nuestros dolores, nuestros pensamientos, nuestra vida… lo son. Y por eso son, somos, tan especiales, tan importantes. Porque nadie puede sustituirnos. Estando sanos, enfermos, con fuerzas o sin ellas, nuestro paso por este planeta, en el tiempo que nos ha tocado, deja unas huellas que nadie más va a poder dejar, porque son las nuestras; las huellas de un ser único y que no volverá a repetirse. Las huellas que, probablemente, puedan ayudar a alguien a averiguar y seguir su propio camino.

Tenemos que decidir qué tipo de huella queremos dejar, porque, aunque no lo creamos, de que elijamos una dirección u otra dependen muchas cosas grandes.

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