SOMOS VALIENTES

La otra cara de la moneda

Siempre hay dos caras en una moneda. Vivimos en un continuo contraste: luz – oscuridad, día – noche, calor – frío, bondad – maldad, cielo – infierno, negro – blanco, agua – fuego… pero apenas nos damos cuenta de que los contrarios forman una misma realidad; la realidad. En medio de ellos hay una infinidad de matices entre los que solemos deambular más o menos tranquilamente, hasta que los avatares de la vida nos llevan a uno de los extremos. El cómo sobrevivimos a ese transitar en los extremos depende de cada uno.

Este blog siempre ha querido ser parte de la luz, a pesar de todo, pero sería falso si no mostrase, aunque fuera mínimamente, un poco de la oscuridad. Porque todo forma parte de lo mismo y debemos ser nosotros quienes elijamos estar de un lado o de otro, o salir del lado malo. Porque seamos claros: hay un lado malo y uno bueno, por más que nos vendan los estados intermedios.

Yo ando navegando, últimamente, por uno de esos lados oscuros. Porque de repente no le veo el final a esto. La quimio me está dejando la piel echa polvo. De repente volvió a reproducirse el problema en el ojo que tuve al principio, ese que estuvo apunto de dejármelo casi inservible; estoy y me siento hinchada, muy hinchada, cogiendo kilos sin parar, débil, cansada, sola… Porque seamos sinceros: la enfermedad es solitaria; todas lo son. De repente tienes la sensación de que la gente se aleja de tu lado porque está bien acompañarte un poquito durante el trayecto que recorres durante la enfermedad, pero no demasiado…

Jamás pensé vivir todo esto, ni me imaginaba lo duro que sería. Nadie se lo plantea porque vivimos con la idea de que no nos puede tocar a nosotros. Y está bien vivir así, porque de lo contrario la existencia sería devastadora. Pero cuando te toca hay que estar preparados, y nunca lo estamos.

Hay días que los paso casi enteros en la cama, sin fuerzas. No me veo, en absoluto, genial, como me dicen de vez en cuando con toda la buena intención del mundo. Hay momentos en los que ni siquiera me atrevo a mirarme al espejo.

…y sí. Esto forma parte también de esta enfermedad: los dolores, la falta de fuerzas, las ganas de tirar la toalla, la soledad, el sentimiento de no avanzar… Podemos estar ahí muchas veces. Yo estoy ahí, pero sé que tengo que salir adelante. Sé que es absurdo el haber avanzado tanto para detenerme ahora, pudiendo ser el siguiente paso el que termine de sacarme a la luz de nuevo.

El péndulo llega a un punto máximo en los extremos, y desde ahí tiende, de nuevo, al centro. Quiero volver a ese punto y usaré las escasas fuerzas que tenga en cada momento para ello, eso os lo aseguro.

Sólo quería deciros que, como en las monedas de la foto, siempre hay dos caras: la de las flores que ve todo el mundo y la de las raíces que se hunden para que esas flores puedan seguir creciendo. Las raíces que trabajan para horadar la tierra y poder llegar a lugares con la suficiente humedad para alimentar la belleza de arriba, la externa. ¡¡Pero cuesta tanto penetrar en las entrañas de la tierra!!

Y ahí estamos, en el dolor de la raíz, pero con la idea clara de que, al final, habrá una hermosa flor al otro lado.

0
TU CARRITO
  • El carrito está vacío