SOMOS VALIENTES

Maratón

La gente que entra en este blog es lo suficientemente inteligente como para adivinar ya por dónde voy, ¿verdad?

Pues sí. Y reconozco que se me ha ocurrido esta entrada al ver una publicación de Instagram donde alguien hablaba de esto mismo y tenía toda la razón. No sé si habréis corrido alguna vez un maratón, o si habéis visto finalizarlo a la gente…

Un maratón es un esfuerzo largo, continuado, constante contra la prueba y, sobre todo, contra uno mismo. Durante el recorrido hay momentos en los que el cansancio quiere convencerte de que no puedes, que no va a pasar nada si tiras la toalla, si dejas de correr; nadie te va a echar en cara no haberlo terminado, porque muchos ni siquiera lo han comenzado ni se atreverán nunca a, mínimamente, intentarlo. Hay otros momentos en los que te sientes realmente bien y piensas que estás en un grandísimo momento de forma y que no vas a ganarlo simplemente porque hay alguien más rápido que tú, pero que algún día, quizás, puedas conseguirlo. Habrá un punto en el que será tu propio cuerpo el que parezca no responder por más que lo fuerces; las piernas deciden no seguir avanzando, la cabeza te pide que pares, te falta el aire, te duelen partes de tu anatomía que jamás hubieses imaginado que tenías…, pero aún así, decides continuar, aunque sea bajando el ritmo, andando, pero sin parar.

…y vuelvo al inicio: ¿habéis corrido alguna vez un maratón o habéis visto a la gente finalizarlo? En un maratón, al final, da igual la posición que ocupes. La sonrisa de quien llega primero es exactamente la misma sonrisa del que llega al final, cuando ya están recogiéndolo todo. Es una sonrisa de haber terminado una lucha contra las circunstancias, la carrera y uno mismo. Es la sonrisa de la victoria. De haber sido capaz de sobreponerse a las adversidades, a las propias debilidades, y haber llegado a la meta.

La gente que entra en este blog es lo suficientemente inteligente como para adivinar ya por dónde voy, ¿verdad?

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