He estado casi dos semanas ingresada con una infección ocular terrible, pero hago esta entrada para contaros que, aunque a veces tengamos la tentación de mandarlo todo al carajo, no podemos darnos por vencidas.
Me tuvieron que parar la quimioterapia y Patri, una enfermera encantadora que conocí allí, me lo explicó perfectamente: mi analítica había dado perfecta, pero mi sistema inmunológico estaba ya muy tocado. Y me eché a llorar porque todo se me venía abajo; había que parar otra sesión de quimio con lo que ello significa de retroceso. Por supuesto, las analíticas tienen que ver, lo sé, con mi alimentación, entre otrs cosas, porque a pesar de todo no he parado y en todo momento noto mi cuerpo fuerte, y no he parado de hacer deporte, de trabajar…, pero cuando bajó la médico a verme antes de la última sesión y decidió que había que parar e ingresarme, entendí que había algo fuera de mi control, a pesar de todo. Porque con el sistema inmunológico debilitado no hay mucho que se pueda hacer salvo intentar volver a recuperarlo cuanto antes y lo mejor posible. Porque todas las semanas he tenido una infección distinta. Mi cuerpo me estaba avisando de que había que parar y me ha parado.
…pero no tiene nada que ver con mi alimentación, porque con ella sé que estoy ayudando a mi cuerpo. Ni siquiera en el hospital la he descuidado: usando el aceite virgen extra que me traían, ese líquido de oro como yo le llamo, y mis rebanadas de pan de centeno. Ya os iré contando lo que he ido comiendo y lo que iré comiendo a partir de ahora que estoy con tanta medicación.
Pero lo más importante de todo esto es lo que os decía al principio: no podemos darnos por vencidas