SOMOS VALIENTES

Pregón

Alcalde, concejales, vecinos y vecinas de Navarrete…

En primer lugar querría daros las gracias a todos por concederme el honor de ser la pregonera de las fiestas de nuestro pueblo. Muchos sabéis el motivo por el que, físicamente, no puedo estar con vosotros, pero dejo estas palabras en manos de mi primo que, por otro lado ha sido el único que se ha atrevido a sustituirme porque está familiarizado con los micrófonos cada martes en Onda Cero… (vale, ha sido un poco de publicidad subliminal…), dejo estas palabras en manos de mi primo, decía, para que os las entregue desde el fondo de mi corazón.
Me vais a permitir que me acuerde, en primer lugar, de mis abuelos que, desde donde estén, estoy segura de que estarán escuchando estas palabras; ellos que tanto querían a Navarrete y que tanto disfrutaban de sus fiestas. Ellos estarían orgullosos de su nieta y de que su pueblo se haya acordado de ella para este pregón. No sabéis el orgullo que siento, y el agradecimiento eterno que llevaré para siempre dentro de mí.

Siempre me he vanagloriado de ser navarretana. En las múltiples entrevistas para medios de toda España que he tenido la suerte de vivir, mis primeras palabras eran recordando de dónde soy, porque si uno olvida sus raíces se convierte en un árbol sin sustento, que tira el primer viento con el que se cruce.

Me siento orgullosa de ser de donde soy y de tener los vecinos que tengo. Ahora, que llevo ocho meses luchando contra esa maldita enfermedad que cada vez padecemos más mujeres, es cuando más me doy cuenta de lo que significa ser vecina de Navarrete, porque no he dejado de sentir el cariño de mis vecinos, los abrazos de mis amigos, las caricias de mi familia.

Desde mi casa, estos días, oigo la algarabía de la gente que sube y que baja, que bulle feliz, por las calles en fiesta. Navarrete sabe brillar estos días como una sola alma, al ritmo de los conciertos, de las charangas, de las vaquillas, de las novilladas, de los bailes…Este año, que no podré vivir las fiestas como me gustaría, me centro en ver cómo las viven los demás, cómo las vivís vosotros, que estáis oyéndome ahora mismo (bueno, a mi primo, que es el único que se ha… esto ya lo he dicho, ¿no?), y que estáis deseando que alguien dé por fin el chupinazo, para seguir disfrutando de estas fiestas maravillosas. Sólo os puedo desear que las viváis al máximo con vuestra gente, que bailéis, que comáis, que bebáis, con responsabilidad, con los que queréis, los amigos, la familia…

La felicidad, como el amor, es algo que crece cuanto más y más se comparte. Permitidme, desde aquí, que agradezca a mi familia, mis hermanos, mi cuñada, mis sobrinos, mis padres y a mis amigos, el que hayan estado conmigo estos últimos meses tan duros. Sé que hay muchas mujeres pasando por lo mismo que yo y mucha gente peleando contra un maldito cáncer; quiero mandarles todas las fuerzas, los ánimos y el cariño posibles para que sigan luchando, para animarles a pelear con todas sus fuerzas. Me encantaría que, al final de este pregón, el aplauso más grande, se lo dediquéis a ellos, porque se lo merecen y por si necesitan un empujón de ánimos.

Me consta que estamos en fiestas y que esto es un pregón para darles el chupinazo de salida, pero me permitiréis que os diga algo que he aprendido durante estos últimos meses: decidle a la gente que queréis que la queréis. No hay nada más bonito y que sane más que un “te quiero”. También sé que es algo que diréis mucho a los colegas después de unos buenos vinos…, que todos nos ponemos cariñosos cuando estamos contentos. Pero esos “te quiero” también valen, aunque no estén vocalizados de la mejor manera posible.

No quiero alargarme mucho más, pero os contaré un poco de la historia de Navarrete: corría el año 1195 cuando el rey decidió… noooooo, es broma; sé que queréis que acabe, porque yo también lo querría, así que, para acabar, querría volver a dar las gracias, desde lo más profundo de mi corazón, al señor alcalde y a las concejalas y concejales del ayuntamiento por este inmensísimo honor; pedir disculpas por haberles traído de cabeza estos días y no haber podido estar presente con todos ellos…, pero que estén seguros de que llevaré siempre conmigo este galardón de haber sido pregonera en mi pueblo.

A vosotros, que estáis deseando escuchar el chupinazo, disfrutad mucho y recordad siempre con orgullo vuestras raíces navarretanas. Ya lo decía Dorothy en el Mago de Oz: “no hay lugar como el hogar” . ¡¡Y eso es Navarrete para todos!!

…y si os lo encontráis por las calles, felicitad a mi amigo Jesús, un navarretano de adopción que lleva muchos años entre nosotros y que me consta que ha madrugado hoy para estar aquí presente. Ayer fue su cumpleaños.

¡¡Pasad buenas fiestas de la Virgen y de San Roque!!

Recordad que quiero oír ese aplauso, el más grande del que seáis capaces, para todas esas personas que este año no pueden estar con nosotros pero que, seguro, estarán el año que viene.

¡¡Viva Navarrete!!
¡¡Y viva vosotros!!

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