SOMOS VALIENTES

Rápel

«Si estás aterrado y miras de frente tus miedos, terminarán desapareciendo; si les das la espalda y huyes, te acompañarán durante toda tu vida». Es una frase escuchada en algún sitio, y es cierta.

Cada cuál tiene sus miedos, sus líneas rojas, sus zonas oscuras… esas cosas que no hacemos, que no empezamos, que no practicamos, que no decimos, a las que no nos enfrentamos, por miedo a fracasar o a que pongan de manifiesto nuestras debilidades. Pero no nos damos cuenta de que si fracasamos es porque no estábamos preparadas y podemos comenzar a estarlo conociendo nuestros errores; y que se muestren nuestras debilidades es la mejor manera de conocerlas para poder luchar contra ellas.

No tenemos que ser heroínas pero sí enfrentarnos a nuestros miedos, como en el rápel: ponernos el casco y los guantes, fijar bien los pies en el suelo, agarrarnos fuerte a la cuerda y dejarnos caer lentamente hacia atrás, confiando en que estamos bien sujetas. La sensación, cuando nuestras piernas forman un ángulo recto contra la pared, nuestra espalda está erguida y nos deslizamos sobre la cuerda, descendiendo, una vez vencido el primer miedo a la altura y el vacío, es absolutamente liberadora.

El único miedo que podemos permitirnos es el miedo a no luchar. Todos los demás son vencibles. Sólo hay que asegurarse de tener un buen equipo para enfrentarlos con decisión. El miedo suele ser cobarde cuando le plantas cara y, casi siempre, termina esfumándose. Cuando no lo hace, simplemente es cuestión de buscar otra manera de combatirlo.

Esa será siempre nuestra victoria: la lucha constante contra nuestros miedos, sean los que sean. No les dejaremos gobernar nuestra vida.

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